Fue porque no me dejaba dormir (Crónicas del 760 de Adolfo López Mateos)

Desde el escritorio de Usher

Y cuando llegaron, entraron al cuarto y lo vieron, estaba en un rincón, acurrucado en una esquina con los ojos bien abiertos susurrando: "yo lo hice... fue porque no me dejaba dormir…"

 

Eran las 23:36 horas cuando dos oficiales de policía arribaron al 760 de la calle Adolfo López Mateos, un edificio de diez pisos con varios departamentos, atendiendo el llamado de los vecinos que se quejaban de alaridos, los cuales salían de uno de los departamentos en el segundo piso del inmueble.

 

Al llegar los oficiales al lobby escucharon ruidos extraños provenientes del mencionado piso por lo que subieron y al llegar a la puerta de entrada de uno de los departamentos, el 205, todavía de ahí emanaban los ruidos que habían escuchado desde el lobby.

 

Entraron pues a el forzando la puerta, en la sala había algunas manchas de sangre en el piso, además de que se escuchaban unos ronquidos en uno de los cuartos y murmullos en otra habitación, decidieron ir a investigar los murmullos y al entrar al cuarto vieron a un hombrecillo quien en un rincón sostenía un cuchillo de cocina manchado de sangre entre sus manos, aquel hombrecillo sólo decía lo mismo: “yo lo hice... fue porque no me dejaba dormir..."

 

Al escuchar unos extraños sonidos en el otro cuarto del departamento los agentes se aprestaron a ir, pero en él solo vieron a la vieja y gorda mujer que roncaba sin cesar, situación que les extrañó demasiado, ya que entonces no sabían a quién se refería aquel hombrecillo en su cantaleta, por lo que decidieron revisar el lugar...

 

La sala, el comedor, de nuevo el cuarto de aquel hombre quien continuaba en shock repitiendo sin parar su sonsonete. Al final, ya en la estrecha cocina los agentes encontraron más manchas de sangre en el piso junto a la estufa, a la cual se acercaron para examinarla, encontrando en el interior del horno el cuerpo calcinado de un gato, y de pronto uno de ellos al retroceder ante el asco de aquella escena sintió como un cuchillo se introducía en su espalda. 

 

-Es el cuerpo de “Pelusa”, ¡ese maldito gato que con sus maullidos no me dejaba dormir!- el pequeño hombrecillo acuchilló una y otra vez el cuerpo del oficial hasta que le quitó la vida, su compañero horrorizado apuntaba su arma hacia aquel famélico personaje e intentó calmarlo.

 

–¡No!, ¡no puedo dejarlos vivos!, ¡ustedes son testigos de mi crimen! Y si mi esposa sabe que fui yo, ¡me matará!- El policía que quedaba con vida retrocedió e intentaba calmar al frenético hombrecillo, pero al topar con una pared de la cocina, en la cual había una ventana que daba a la calle cobró un poco de valor e intentó desarmar al hombrecillo, pero resbaló con la sangre que había junto a la estufa y cayó, quedando a merced del pequeño personaje quien terminó su funesta tarea.

 

06:00 horas, la mujer vieja y gorda se para por fin de la cama, se dirige al comedor, donde su esposo le tiene listo el desayuno, se sienta en una de las sillas la cual comienza a crujir al recibir aquel cuerpo lleno de grasa, el pequeño hombrecillo coloca frente a su mujer un plato de sopa y la olla donde preparó el desayuno. 

 

-Es “Mujiang” un plato tailandés que aprendí en un libro de cocina con el que me topé en la librería en la que trabajo- la pesada mujer se limitó a tragar aquel alimento, sin detenerse sólo en el plato que tenía enfrente, sino que también tragó el contenido de la gran olla en la que el marido había preparado aquel manjar.

 

La vieja mujer obesa terminó de comer y regresó, arrastrando los pies, a la cama para volver a roncar, mientras que su marido se dirigió a la cocina para terminar de limpiar la sangre que había en la habitación, quemó los uniformes de los policías y tiró el cuerpo calcinado del gato por la ventana de la cocina.

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