Calavera
Desde el escritorio de Usher Buenos y santos días señora muerte, buenos y todo lo santo que pueden ser en su presencia, siempre la misma suerte, siempre la misma insolencia. Uno tan quieto y santo en el lecho, soñando con la eternidad, sueña que sueña con las estrellas de techo, y usted insolente sumida en la vaguedad. Deme su beso señora muerte. Deme lo santo de la vela y el incienso. Siempre brilla usted con suerte, y uno reblandece tieso. Mezcla de cempasúchil y alimento, pa’ que cuando retache me sienta vivo, olvide el frío de la tierra y el cemento, y que me evite el olvido. Siempre tan refunfuñona, flaca, llévame con música y pulque no sea rejega señora calaca ande, ande, baile y baile, chupe y chupe. Ya no hay de otra, ya al panteón. Sea aste flojo o trabajador. Gordo o flaco pa’l panteón, seriecito o hablador. Que el sepulcro no respeta, a quien en él se meta. Ego