Calavera

Desde el escritorio de Usher


Buenos y santos días señora muerte,


buenos y todo lo santo que pueden ser en su presencia,


siempre la misma suerte,


siempre la misma insolencia.



Uno tan quieto y santo en el lecho,


soñando con la eternidad,


sueña que sueña con las estrellas de techo,


y usted insolente sumida en la vaguedad.



Deme su beso señora muerte.


Deme lo santo de la vela y el incienso.


Siempre brilla usted con suerte,


y uno reblandece tieso.



Mezcla de cempasúchil y alimento,


pa’ que cuando retache me sienta vivo,


olvide el frío de la tierra y el cemento,


y que me evite el olvido.



Siempre tan refunfuñona, flaca,


llévame con música y pulque


no sea rejega señora calaca


ande, ande, baile y baile, chupe y chupe.



Ya no hay de otra, ya al panteón.


 Sea aste flojo o trabajador.


Gordo o flaco pa’l panteón,


seriecito o hablador.


Que el sepulcro no respeta,


a quien en él se meta.


Egoeus

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