Visita
Desde el escritorio de Usher
Sabes, hace mucho que no caminaba por aquí… Tanto tiempo de no verte, de no saber que estabas aquí, para mí. Yo pensé que tu espera había acabado, se había ido en el viento frío del primer invierno.
Pero te encuentro aquí y no sabes la alegría que me provoca el encontrarte ahora, aquí en este tiempo y en este espacio.
Me gusta que sigas siendo tan reservada sabes, nunca nada más allá
de tu dulce sonrisa, de tu tierna mirada.
No sabes… cuánto lamento el haberme alejado por tanto tiempo de tu lado… Y ahora duele el hecho de que sólo puedo verte por momentos, que a veces pasan efímeros en el reloj…
Hay tanto que
contarte, tanto que mostrarte, pero el tiempo se me vuelve insuficiente, ¿no sé
si la vida sea suficiente?
Muero porque sepas cuántas veces vi tu
rostro en las estrellas de esas noches de trinchera… Fue maravilloso…
-Señor se acabó su tiempo-
-Nos vemos Helen, volveré mañana-
La besé como siempre y como
siempre la dejé en ese manicomio, pasmada, quieta, mirando siempre a la vereda
que lleva a Francia.
Kassel, Alemania, 20 de noviembre
de 1918, sargento primero Aldric Adler.
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