¡Renuncio a Dios!
La función de Méliès
¿Qué
harías por el ser amado? ¿Condenar tu alma está en tus planes? Pues en los de Drácula
lo estuvieron, ya que cuando su esposa Elizabetha se suicidó decidió renegar
del Dios que había jurado defender para así buscar la eternidad y reencontrarse
con su amada en otros tiempos.
“Bram Stoker’s Drácula” es una adaptación de
la novela del escritor irlandés nacido un 8 de noviembre de 1847, la cual contó
con el guion de James V. Hart y las
actuaciones de: Keanu Reeves (Jonathan Harker), Winona Ryder (Mina Murray,
luego Harker y Elizabetha), Gary Oldman (Conde Drácula), Sadie Frost (Lucy
Westerna), Richard E. Grant (Doctor John Seward), Cary Elwes (Sir Arthur Holmwood),
Billy Campbell (Quincey Morris), Sir Anthony Hopkins (Profesor Abraham van
Helsing), Tom Waits (Renfield), además de Monica Belluci, Michaela Bercu y
Florina Kendrick -¡Por qué Sir Hopkins! ¡Por qué!-.
En
esta adaptación se nos cuenta casi – ¡casi!- la misma historia que Stoker
plasmara en su novela, respetando el estilo narrativo del escrito, ya que también
aquí –aunque no todo el tiempo- se nos va contando la historia a través de los
diarios y cartas de los protagonistas.
Eso
sí, si no ha leído la novela, mal, muy mal… ¡MUUUUUUY MAL!, corra a leerla, es
más ¡Qué diablos hace leyendo esto! No pierda el tiempo aquí, léala primero,
pero antes lea “El huésped de Drácula”.
Pero
si ya la leyó, déjeme continuar. La película dirigida por nada más y nada menos
que por Francis Ford Coppola –el tipo de las ofertas que uno no puede
rechazar-, narra la historia de el príncipe
Vlad o Conde Drácula, quien responde al llamado de Dios para salvar a la Europa
cristiana de los turcos otomanos, así que parte al campo de batalla, no sin
antes despedirse de su amada Elizabetha.
Así
pues, en plena conflagración, el buen príncipe decide que es bueno para la
moral el empalar a sus enemigos y con ellos adornar -como patio en Halloween-
el lugar de la conflagración, pero cuando regresa a su castillo se entera de
que su amada fue víctima de una artimaña turca, donde le hicieron creer que su
amado había muerto, así que decide aventarse al río. Drácula totalmente
desconsolado decide renunciar a Dios y buscar la inmortalidad para en otro
tiempo, reencontrarse con su amada.
Ya
en el siglo XIX, el buen conde decide que es bueno cambiar el aire de los Cárpatos
por el de la ciudad de Londres, así que contrata los servicios, primero del
buen Renfield, a quien le promete la vida eterna –sin contarle de las letras
chiquitas del contrato-, para lograr su cometido, sin embargo, éste apenas regresa
a Londres termina en el manicomio, así que el agente de bienes raíces decide
mandar a Jonathan Harker a terminar el trabajo.
El
buen abogado deja pues a su novia esperando más tiempo para poder desposarla y
parte a tierras del este europeo a conocer al aristócrata rumano que busca
comprar casa en la capital inglesa.
Y
es así como comienzan la serie de penurias que tendrán que padecer él, su
prometida, la amiga de ella, los pretendientes de Lucy y su “futuro esposo”, al
relacionarse con el vampiro.
El
filme cuenta con guiños a los inicios del cine, emulando viejas transiciones y la
calidad de los primeros trabajos, pero lo que más resalta en esta adaptación
son los cambios que presenta con respecto a la novela, como el que hay en las
personalidades de las dos damas inglesas y sobre todo en…
Corte y queda.
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