Quiero sacarte esos ojos (Crónicas del 760 de Adolfo López Mateos)

Desde el escritorio de Usher

Se sentó volteando la silla, mirando a su presa, sabía lo que tenía y lo que iba a hacer, se paró, miró a su víctima con delicia, como saboreando la hazaña a realizar…-

Natalia es una chica que da la apariencia de cualquier otra señorita, va a trabajar, vuelve a su casa, hace sus quehaceres y en las noches va a los bares a divertirse y tal vez a conseguir una aventura.

Llegando la noche se arregla, se viste muy hermosa con un pantalón de mezclilla entallado, tacones rojos, una blusa negra con un bello escote y como siempre una sesión de maquillaje solo para resaltar su belleza natural.

Sale sola, no ha llamado a sus amigas esta vez para que le acompañen en sus juergas, es así todos los últimos viernes del mes.

Revisa que todo esté bien y se lleva su clásico encendedor de gasolina, luego de ir de un lado a otro por la ciudad pide al taxista que pare, desciende del vehículo y entra al bar, disfruta de la música, el ambiente, de la gente y va a sentarse un momento en una de las mesas al fondo del bar, como siempre lo hace los viernes, cuelga su bolso en el respaldo del asiento, llama al camarero y pide un whisky, observa el panorama y ve los rostros de los chicos, los ve y no dejaba de escrutarlos, de buscar algo, de tratar de encontrar algo.

Sigue la noche, bebe de prisa uno y otro whisky hasta que comienza a impacientarse, estaba ya pensando en cambiar de bar cuando un chico se le acerca.

-Hola ¿puedo sentarme?- Ella lo mira por completo y cuando ve los ojos del chico, los suyos brillaron-

-Claro-

-¿Cómo te llamas?-

-Natalia y ¿tú?-

La platica continuó al igual que los tragos, bailaron, se divirtieron y ella no dejaba de ver los ojos de él, buscaba en ellos algo y cuando lo encontró no lo dudó más, lo abrazó y le dijo delicadamente al oído.

-Vamos a mi departamento-

Él aceptó, un poco sorprendido de su suerte y dejó que la mano de ella fuera la que le guiara, salieron del bar y tomaron un taxi, durante el trayecto él la besaba y ella le seguía el juego, no quería que la presa se le escapara, jugaba ella con él y él sólo se divertía siendo un títere sin saberlo.

Cuando llegaron a la dirección, 760 de la Adolfo López Mateos, ella lo condujo a su cuarto el 462, lo invitó a pasar y a sentarse en uno de los sillones de la sala, mientras ella fue a la cocina y de la alacena sacó una botella de whisky, un vaso y un frasquito, sirvió la bebida y le añadió algo del contenido del frasquito, lo mezcló bien y fue a la sala donde su nueva conquista le esperaba un poco impaciente, ella le sonrió y él devolvió el gesto con una sonrisa un poco nerviosa.

-Toma-

-Ya he bebido lo suficiente creo, así que prefiero dejarlo así-

-Me vas a rechazar un trago- decía ella poniendo cara de niña inocente, de niña que quiere que se le cumplan sus caprichos.

-Sí, lo siento, pero no acostumbro a pasar de mi límite- ella no insistió más, hizo un gesto de está bien con los hombros, dejó el vaso en la mesa de centro junto a él y fue a sentarse en el sillón de junto, quedando frente a frente a su presa, él se extrañó un poco, ella inició de nuevo la charla y luego de un rato al ver que la víctima no se tomaba su trago…

-Ahorita vengo, voy a ponerme un poco más… cómoda-

Natalia se paró y fue a su cuarto, dejando abierta la puerta, aunque nada era visible del lugar en que la víctima estaba, él al marcharse ella y notar que entraba en la habitación comenzó a "arreglarse un poco" y se emocionó por lo que imaginaba que pasaría esa noche, ella en su cuarto fue uno de los buró junto a su cama y sacó un frasquito, lo abrió, sacó una jeringa, tomó un poco del contenido, cerró el frasquito y lo guardó, después se dirigió sigilosamente hacia su víctima y sin vacilar clavó la jeringa en el hombro del joven, él gritó de dolor.

Ella le suministró el químico y después se dirigió al otro sillón esperando a que el fármaco hiciera efecto, mientras él extrañado se llevaba la mano a su hombro.

-¡Qué me hiciste!- Ella puso cara de niña inocente y contestó pícaramente.

-Nada-

Él se paró e intentó cruzar la sala pero se sintió algo torpe.

-¡Qué diablos te pasa!, ¡qué me inyectaste!- Ella sin dejar de lado la cara inocente y el tono pícaro sólo contestó.

-Nada-

De pronto el joven se desplomó sobre el piso de la sala, ella lo cargo y llevó a otro de los cuartos donde tenía una camilla para operaciones, le amarró las manos y los pies y salió del cuarto, luego fue a sentarse de nuevo en su sillón.

Cuando los gritos de su víctima le revelaron que había despertado ella se dirigió de nuevo a la habitación, la cual sólo tenía la mesa de operar, una mesita con instrumental médico y una silla.

Se sentó volteando la silla, mirando a su presa, sabía lo que tenía y lo que iba a hacer, miró a su víctima con delicia, como saboreando la hazaña a realizar y luego de contemplarlo forcejear y retorcerse se paró de la silla y fue hacia el instrumental médico.

-Si esto es un juego creo que ya fue suficiente, ¡déjame ir!- reclamó el joven, pero ella no contestó,  tomó del instrumental médico un bisturí.

-¿Enserio crees que estoy jugando?- dijo Natalia.

-¡Qué diablos me quieres hacer!-

-Sacarte esos ojos, se parecen a los que tenía mi novio, a quien yo amaba mucho y que murió en un accidente de tránsito-

-¡No!, ¡no!, ¡por favor no!, ¡déjame ir!, ¡suéltame maldita bruja!-

Como estaba totalmente a su merced Natalia se acercó lentamente con el bisturí.

La chica empezó la operación cortándole los párpados entre los gritos desgarradores del joven que no dejaba de retorcerse, con toda la delicadeza de un cirujano la chica fue removiendo todo lo que le obstaculizaba para obtener los globos oculares del muchacho, hasta que se los logró retirar, al final ella sin remordimiento solo cortó el nervio óptico y obtuvo lo que quería de él, quien no paraba de gritar y maldecir. 

Ya con su trofeo dejó que el joven se desangrara, mientras ella salió del cuarto, cerró la puerta y se dirigió a su habitación, abrió un compartimento secreto en su ropero del cual sacó un gran frasco donde echó los ojos del muchacho junto con otras partes de cuerpos humanos como una nariz y unos labios, cerró el frasco y lo guardó.

Se dirigió al buró contrario al que había sacado el sedante, sacó una foto donde estaba abrazada a un joven.

-Nada volverá a recordarme tu persona Alejandro-

06:00 horas, Natalia va al sótano del edificio, a la caldera, y arroja una bolsa grande de basura al fuego, luego regresa a su departamento por otra bolsa de basura y la deposita en el contenedor del edificio, saca su encendedor y un cigarro de su bolso, lo prende, suelta una gran bocanada y se va a trabajar.

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